DYHRINGER, BETTINA
Bettina
Dyhringer: «Muestro a la gente como protagonista de la vida cotidiana»
La pintora alemana residente en Eivissa presenta una exposición ambientada
en los cafés de la isla
Julio Herranz | 17/06/2004
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Algunas
de las obras que Bettina Dyhringer presenta en la cafetería Montesol, en las
que muestra su gusto por la vida social en los cafés y por el estilo
existencial del sur de Europa. Foto: MARCO TORRES
Hasta finales del próximo mes de julio las paredes de la cafetería del
hotel Montesol están ocupadas por la pintura de Bettina Dyhringer, que ha
dedicado su última producción ha reflejar el ambiente de los cafés de la isla.
«Me gusta pintar a gente en su en entorno cotidiano, como protagonistas de la
vida cotidiana. Así en el tema de los cafés, reflejo a los clientes, pero
también al camarero o a la cocinera haciendo su trabajo con cariño y pasión»,
explicó ayer a este periódico esta joven pintora alemana, nacida en Bonn en
1961 y residente en la isla desde hace tres años.
Pero la relación de Bettina Dyhringer con la isla vieje de más lejos, pues
desde los seis años veraneaba con su familia en una casa de Santa Eulària,
donde presentó su anterior exposición el año pasado. «Fue en la sala municipal
de Cultura, y la obra que mostré entonces se centraba en reflejar a la gente en
su elemento natural, en su salsa. He puesto algunos cuadros de aquella serie en
la de ahora», comentó. Pero la mayor parte de las 30 obras que forman la
muestra están dedicados a la vida de café. «Elegí el Montesol porque es uno de
los más antiguos de la isla. Me puse en contacto con la directora y le pareció
muy bien; además es una muestra que van cambiando según se vayan vendiendo los
cuadros, porque si no sería un poco aburrido para la clientela ver los mismo
cuadros durante dos meses y medio, pues inauguré a mediados de mayo». «Además,
quiero hacer un pequeño homenaje al lugar haciendo un retrato al camarero más
veterano de la plantilla», añadió.
Una exposición en la que las obras de las paredes se complementan con la
actividad en las mesas, barra y terraza; con otro pequeño grupo de obras de
paisajes y bodegones mediterráneos y coloristas, fruto de otra época, al final
de los ochenta, cuando Bettyna Dyhringer conoce Andalucía y se deja seducir por
la exultante y hedonista vitalidad del sur. Cuadros de rápida ejecución
pintados con acrílico y técnica mixta, dentro de una línea expresionista y
suelta que se asocia con alguna escuela alemana.
En la trayectoria de Dyhringer destacan estudios en la Escuela de Bellas
Artes de Zurich (Suiza), ampliados con el de artes gráficas e ilustración en
Düsseldorf; estancias para pintar en Francia, Italia y España en los 80; una
beca de la Fundación Konrad Adenauer para pintar en Italia; trabajos como
art-director en una empresa de publicidad en Köln, y otros como free-lance para
varias firmas. «Compatibilizaba mi pintura con trabajos en artes gráficas y
publicidad en varias revistas y en una editorial; pero desde que me instalé en
la isla decidí que la pintura fuera una dedicación exclusiva, hasta para
ganarme la vida».
La razón de arriesgar
una cierta solvencia económica por el siempre camino incierto de ganarse el
sustento con la creación propia la justifica Bettina Dyhringer afirmando que
para ella «la pintura es una pasión. Necesito ponerme a pintar, y mi punto de
partida no es una idea abstracta ni conceptual; siempre es algo que veo en la
vida real, algo que me gusta atrapar, fijar con mis pinceles. Puede ser un
conjunto de colores que llama mi atención; o la expresión de una cara, la caída
de una cortina, una figura en movimiento... No es algo programado, sino que
sale de forma espontánea y emocional; como si me exigiese con su presencia que
lo pintas; y hasta que no consigo atraparlo, tal y como lo veo y me gusta, no
paro», concluyó la artista.